Se conoce como comercio internacional al intercambio comercial entre dos o más naciones, o en su defecto entre diferentes regiones económicas. El indicado intercambio consiste en comprar y vender bienes, servicios o productos, entre otros, y por los cuales se deberá pagar un derecho aduanero, ya sea en concepto de exportación o de importación, según corresponda.
Cabe destacarse que resulta ser una condición sine quanom que el país que quiera entablar relaciones económicas más allá de sus fronteras disponga de lo que se conoce en el ámbito comercial como economía abierta.
Ahora bien, para proteger sus economías, pero al mismo tiempo para no cerrarse comercialmente al mundo, los países y también las regiones como bloques han decidido suprimir los mencionados tributos aduaneros y en su lugar se han estipulado aranceles comunes, para de esta manera permitir la libre circulación de mercaderías y de productos, para preservarse económicamente y fortificarse en relación a su competencia directa.
La práctica comercial entre países no es algo de estos tiempos ni mucho menos, ya desde los tiempos más remotos, las diferentes naciones lo ejercieron y aunque en algunos momentos fue menos intenso que hoy siempre estuvo presente.
A partir de la segunda parte del siglo pasado y luego paulatinamente hasta alcanzar su máxima expresión en la década del noventa, las naciones, comenzaron a demostrar una fenomenal apertura de sus economías hacia el exterior. Por caso, en la actualidad, ya prácticamente ninguna economía permanece ajena a lo que le sucede a otra que se haya ubicada del otro lado del planeta y esto es justamente por la interrelación entre los mercados.
Existen diferentes teorías económicas que abordan este tipo de comercio, en tanto, una de las más extendidas es la del economista escocés Adam Smith. De acuerdo a Smith los productos deben producirse en aquellos países en los que el costo para producir los mismas sea el más bajo y luego desde ese lugar se exportarían al resto del mundo.
Por lo expuesto, Smith, fue un acérrimo defensor de la libertad de comercio, porque consideraba que solo a partir de este modelo sería plausible el crecimiento y el desarrollo. Mientras tanto, para Smith la ventaja la tendrían aquellos países que fuesen capaces de producir más, invirtiendo menos factores de producción. De este modo el costo de producción también sería menor.
Frente a esta postura nos encontramos con la propuesta proteccionista que lo que hace es aplicarle gravámenes realmente altos a los productos importados para que no puedan competir con la industria local y de este modo desanimar su compra y fortalecer la industria nacional.